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viernes, 25 de enero de 2013

La jornada de cultura y diversión se inició este viernes


Bucaramanga.- A partir de este viernes el Paseo conocido como del comercio, calle 35de la capital de Santander, se convirtió en una fuente de cultura, deporte, diversión y atractivo para propios y visitantes.
Los cambios con el  traslado de las ventas ambulantes  no permite discusión sobre el ambiente que se aprecia y se respira. Es una realidad la restitución definitiva del espacio público para todos los bumangueses, desde hace 10 días, promesa cumplida por el  gobierno municipal.
Desde este viernes en este paseo hubo música, juegos, y un sinnúmero de atractivos que hacía pensar a cualquier desprevenido que estuviese en otra ciudad, donde el orden y la higiene fueran sus principales aliados.
En este sector se organizó lo necesario para abrir el ciclo cultural. Allí mismo se creó además un pequeño auditorio, al que se arrimaban aún tímidos, pero agradados, los primeros bumangueses que se descubrieron en otra ciudad.
El de hoy es un nuevo centro en Bucaramanga. Bañado de color, inundado de zanqueros, teatreros, cuenteros, pintores y jugadores de dominó, parqués, fútbol tenis y ajedrez, mezclados con niños y jóvenes que disfrutan en salas de lectura al paso, mientras se enamoran con el ritmo suave de un saxofón y cambian el imaginario de ciudad.
Francisco Centeno da declaraciones a la prensa
Francisco Centeno Osma, asesor de Cultura Municipal.
La ciudad se llenó de soñadores. Sueñan los padres de familia con un mejor futuro para sus hijos. Sueñan los jóvenes con una ciudad incluyente y justa. Sueña el anciano con el respeto y una vejez digna y sin amargura, Y sueñan los niños mientras leen en la calle y juegan a ser pequeños dioses o héroes mundanos.
Porque como lo afirma la señora que no quiso identificarse, “los bumangueses están disfrutando una ciudad nueva y la oportunidad de disfrutar la zona pública de la ciudad”. Y no miente. Ese era el espíritu que se vivió esta mañana en el centro de Bucaramanga, que por momentos tuvo ínfulas de ser otra ciudad.

Quieran Dios y los bumangueses, que con el tiempo pase de ser una pretensión a una expresión de ciudad.

Tampoco mentirá el ama de casa cuando en la noche le cuente a su esposo que, en pleno centro de Bucaramanga, se encontró con una mesa de ping pong instalada, y con sus raquetas servidas, y sin contener la tentación hizo posible que su pequeño hijo jugara el que será el primer partido de su vida. El inolvidable. Y que sucedió a la vista de todos.


Las gráficas de Abel Cadena Buitrago  no pueden ser más elocuentes y en cada una de  ellas  se muestra la dimensión de la transformación de un paseo que se hallaba en las peores condiciones de la historia de la ciudad por la invasión del espacio público.

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